Durante el proceso de gestación, el sistema cardiorrespiratorio del feto difiere del que tendrá cuando ya haya nacido, y esto es debido a que, al no tener pulmones funcionales, la oxigenación de su sangre depende por completo de la madre.
Por esto, el ductus, que es el conducto que separa la aorta de la arteria pulmonar, debe permanecer abierto mientras está en el útero materno para permitir el flujo sanguíneo correcto del neonato.
Esta apertura se cierra después del nacimiento para permitir que la respiración sea autónoma, y, en caso de no cerrarse, es cuando aparece el conocido como ductus persistente.
El por qué un bebe nace con esta cardiopatía es difícil de saber, ya que quitando los casos en que ocurre de forma tardía por inmadurez de los pulmones, como es el caso de los bebés prematuros; en el resto se contemplan muchos factores lo que impide conocer por qué con precisión.
Qué es un ductus en el corazón
Cuando se dice que es el ductus arterioso lo que está provocando un mal funcionamiento del corazón, es muy probable que muchas personas desconozcan su significado.
El ductus arterioso es una vía abierta entre la aorta y la arteria pulmonar no necesaria para la vida fuera del útero. Se trata de una patología congénita, que puede aparecer combinada con otras, como con la transposición de grandes vasos o con la coartación aórtica. Aquí puedes saber más sobre qué es y cuáles son los síntomas de la coartación aórtica.
Esta apertura provoca la mezcla de la sangre oxigenada con la desaturada, produciendo un mal funcionamiento general del organismo; y cuando el ductus es de un tamaño grande, provoca también que el retorno de la sangre a la aurícula aumente y como resultado una descompensación del flujo en cuanto a presión y cantidad en el resto del corazón que puede culminar en insuficiencia cardíaca.
Causas
Como en la gran mayoría de las cardiopatías congénitas, la causa es desconocida. Dentro de las que es posible asociar con el ductus, la más frecuente es la falta de desarrollo completo de los pulmones al nacer, que suele ir asociada al nacimiento antes de tiempo, al bajo peso y al síndrome de distrés respiratoria del recién nacido.
Hay otros desencadenantes conocidos, como son la carga genética o herencia, alteraciones cromosómicas o el padecimiento de la madre de enfermedades como la rubeola durante la gestación. También, y como curiosidad, las estadísticas muestran que es más probable padecer un ductus persistente si el feto es del género femenino.
¿Por qué no se cierra el ductus arterioso?
Hay diversos motivos para que este vaso no se cierre en el momento del nacimiento, y entre ellos destacan la falta de maduración corticoidal, la baja densidad de fibras musculares, el exceso de prostaglandinas, la toma de medicamentos como la furosemida o la presencia de infecciones.
Cómo se diagnostica el ductus arterioso persistente
Dependiendo del tamaño del ductus, este puede pasar desapercibido durante bastante tiempo, por ello su diagnóstico en ocasiones es complicado de realizar con prontitud.
Ante la sospecha de que se pueda padecer esta dolencia tras una auscultación o por la aparición repentina de síntomas como apnea, cianosis o latidos muy fuertes, las principales pruebas diagnósticas son las habituales en las enfermedades cardiacas.
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Radiografía de tórax
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Electrocardiograma
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Ecocardiografía
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Diagnóstico por imagen
La que mejores resultados arroja es el ecocardiograma, ya que permite, además de ver la apertura en sí, su tamaño y localización, verificar que no sea dependiente de otras malformaciones mayores que desaconsejen ejecutar el cierre, puesto que podría suponer daños mayores.
Tratamiento
Dependiendo del tamaño del ductus, de la edad del paciente y del estado de salud que presente, existen tres tratamientos que son los más frecuentes.
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Tratamiento farmacológico. La medicación con inhibidores de la prostaglandina, ibuprofeno y otros preparados está indicada en los casos en que se detecte el ductus de forma muy rápida y el bebé sea prácticamente recién nacido, y se obtienen muy buenos resultados; pero a mayor edad deja de ser eficaz y además presenta efectos adversos que pueden dañar de por vida el sistema digestivo. Las posibilidades de reapertura del ductus tras el tratamiento farmacológico existen, ya que, si en el proceso de cierre subyace una infección u otra patología, con el cese de la toma de los medicamentos de cierre, estos elementos pueden provocar este fatal contratiempo.
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Cierre percutáneo. Este tratamiento hace uso de la técnica del cateterismo para colocar un dispositivo oclusor en el ductus que lo mantiene cerrado e impide la mala circulación interna del corazón. En los bebés recién nacidos, y con un ductus severo, no suele utilizarse esta técnica debido a la dificultad de manipulación tanto de la sonda como del dispositivo que se presentan, pero, en los casos en que la salud general es muy grave, prevalece a la realización de una toracotomía. Es necesaria la anestesia general en niños y la local en adultos, pero, por lo demás, es un tratamiento muy efectivo, que no necesita de soporte respiratorio, con menos riesgos y una recuperación mucho más rápida que en una intervención.
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Cierre quirúrgico. Cuando no es posible recurrir a los fármacos ni al cierre percutáneo, la única opción que queda es la quirúrgica, que es un tratamiento apto para todas las edades, pero más complejo y que consiste en la ligadura del vaso. Al ser una intervención quirúrgica abierto, las complicaciones son mayores, sobre todo en los prematuros con muy bajo peso debido a la necesidad tan específica de soporte vital y mantenimiento de la temperatura corporal que tienen.
Como en cualquier enfermedad congénita que conlleve un fallo en la estructura del corazón, tanto los síntomas, como su evolución y curación dependen siempre de la salud de la persona que la padece. Por ello, además de conocer qué es el ductus arterioso, es importante saber que no hay un tratamiento estándar que sirva para todos y que es el especialista el que optará por el más adecuado.