Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Entre estas enfermedades se encuentra la pericarditis y la miocarditis, que son menos conocidas pero igualmente importantes, ya que si no se tratan pueden ser muy graves. Ambas condiciones afectan al corazón y están provocadas por infecciones, pero difieren en cuanto a su localización, síntomas, causas y tratamientos. Por eso creemos que es importante ver con más detalles en qué se diferencian, a qué síntomas tenemos que prestar especial atención.
Qué son la miocarditis y la pericarditis
La miocarditis es la inflamación del miocardio, que es el músculo cardíaco en sí. Este músculo es el encargado de la contracción y bombeo de sangre a través del cuerpo. La inflamación de esta parte del corazón puede afectar la capacidad de todo el órgano para bombear sangre de manera efectiva.
Por otra parte, la pericarditis es la inflamación del pericardio, que es una membrana delgada en forma de saco que recubre y rodea al corazón. El pericardio está formado por dos capas. La primera es una capa visceral que está directamente pegada a la superficie del corazón. La segunda es la capa parietal, que es la externa y es la que se inflama cuando hay una pericarditis. Entre ambas, durante la enfermedad, se deposita cierta cantidad de líquido para proteger al corazón de la fricción cuando se mueve dentro del saco pericárdico.
Síntomas
Ambas afecciones tienen síntomas en común, aunque al producirse la inflamación en partes diferentes del corazón, también tienen algunas manifestaciones distintas.
Síntomas más frecuentes de la pericarditis
- Dolor agudo en el pecho, que a menudo se siente detrás del esternón y puede irradiarse hacia el cuello, hombros o espalda. Este dolor suele empeorar al acostarse y mejorar al sentarse o inclinarse hacia adelante.
- Fiebre.
- Debilidad y fatiga.
- Tos seca.
- Palpitaciones (sensación de latidos cardíacos rápidos o irregulares).
- Dificultad para respirar, especialmente al estar acostado.
Síntomas habituales de la miocarditis
- Dolor en el pecho, muy similar al dolor de un ataque cardíaco.
- Palpitaciones.
- Fatiga y debilidad.
- Dificultad para respirar, sobre todo al acostarse o al realizar actividad física.
- Hinchazón en las piernas, tobillos y pies debido a la acumulación de líquidos (edema).
- Mareos o desmayos.
Algunos de estos síntomas son parecidos a los de la insuficiencia mitral, una cardiopatía congénita que puede afectar a menores y puede tener un pronóstico grave si no se trata rápidamente.
Causas de la pericarditis y miocarditis
Las causas detrás de una pericarditis son muy variables, pero las más frecuentes son infecciones bacterianas (como tuberculosis), infecciones fúngicas o infecciones virales (como gripe, COVID, VIH o virus Coxsackie). También puede deberse a golpes o traumatismos en el tórax, enfermedades autoinmunes (como artritis reumatoide o lupus), complicaciones tras un ataque de corazón o una cirugía cardiaca.
Igualmente, algunos tratamientos como la radioterapia o fármacos como la hidralazina o la fenitoína pueden provocar una pericarditis como efecto secundario.
La miocarditis también puede estar relacionada con enfermedades autoinmunes y con infecciones de origen viral, bacteriano, fúngico o parasitario. Pero además puede deberse a reacciones alérgicas a sustancias como drogas o medicamentos, o a factores idiopáticos, es decir, desconocidos. Recientemente, se han detectado casos en jóvenes y adolescentes después de haber recibido la vacuna contra el SARS-CoV-2.
Diagnóstico y tratamiento
Ambas enfermedades se diagnostican mediante una combinación de evaluaciones clínicas, estudios de laboratorio y pruebas de imagen.
El electrocardiograma (ECG) es la prueba inicial esencial para detectar anomalías en el ritmo cardíaco. También se suele realizar una resonancia magnética cardíaca (RMC) para visualizar la inflamación y el daño del miocardio. Además, se pueden requerir análisis de sangre para identificar marcadores inflamatorios y enzimas cardíacas elevadas, como la troponina.
En el caso de la pericarditis se puede incluir una ecocardiografía para evaluar la presencia de derrame pericárdico, que es la acumulación de líquido entre las dos membranas. Los análisis de sangre pueden revelar signos de inflamación, como el aumento anómalo de la proteína C reactiva (PCR) y la velocidad de sedimentación globular (VSG).
El tratamiento de la miocarditis depende de la causa y la gravedad de los síntomas. En los casos leves, el reposo y los medicamentos antiinflamatorios pueden ser suficientes. Si la enfermedad es más grave, pueden ser necesarios medicamentos inmunosupresores o incluso dispositivos de asistencia ventricular (marcapasos). En los casos extremos, puede ser necesario considerar la posibilidad de realizar un trasplante.
La pericarditis, generalmente se trata con antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que ayudan a reducir la inflamación y el dolor. Si el problema es más grave o crónico, se pueden prescribir corticosteroides y colchicina.
Si se ha producido un derrame pericárdico importante, hay que intervenir con una pericardiocentesis, que es el drenaje del líquido acumulado.
Los pacientes crónicos y resistentes al tratamiento, necesitan someterse a una pericardiectomía, que es la extirpación quirúrgica del pericardio, ya que la ausencia del pericardio no compromete el funcionamiento del corazón. Ambas condiciones requieren un seguimiento exhaustivo y cercano para monitorear la respuesta al tratamiento y prevenir complicaciones.
¿Se puede prevenir?
No siempre se pueden prevenir las enfermedades cardiacas, pero sí se puede intentar mantener cierto control sobre las causas que pueden desencadenar afecciones como la miocarditis y la pericarditis. Por ejemplo, la vacunación periódica contra enfermedades virales es una buena forma de prevención. Otro aspecto importante es mantener un estilo de vida saludable, evitando la exposición a sustancias nocivas y tratar adecuadamente las enfermedades crónicas y autoinmunes.
La pericarditis y la miocarditis son enfermedades inflamatorias del corazón que pueden tener consecuencias graves si no se tratan en sus primeros síntomas. Por eso, es de vital importancia tener un diagnóstico precoz que permita abordar el problema antes de que se complique. Ante síntomas como dificultad para respirar, dolor en el pecho o fatiga excesiva no dudes en buscar atención médica. Además, es importante destacar que si bien estas condiciones no son consideradas cardiopatías congénitas en sí mismas, ciertas anomalías cardíacas congénitas pueden aumentar el riesgo de desarrollar miocarditis o pericarditis en algunos casos. Por lo tanto, es fundamental para aquellos con antecedentes de cardiopatías congénitas estar alerta a los síntomas y buscar atención médica si es necesario. Contáctanos si necesitas que evaluemos tu caso.