Tronco arterial común

El troncus arterioso o tronco arterial común del corazón es una malformación congénita compleja, cuyos síntomas externos se pueden confundir a veces con otras cardiopatías congénitas. Los bebés que nacen con esta patología pueden presentar o no otras malformaciones congénitas o adquiridas, de manera que son necesarias una o más correcciones quirúrgicas para prolongar su esperanza de vida con una cardiopatía congénita más allá de la edad adulta.

¿Qué es el tronco arterial común?

El tronco arterial común es una malformación del corazón que consiste en que existe una única salida en lugar de dos, es decir, solamente hay una válvula común que sale del corazón (la válvula troncal), en vez de dos válvulas (la válvula aórtica y la válvula troncal).

Los casos de tronco arterial común pueden variar, dependiendo de la forma en la que las arterias pulmonares se separan de la aorta. Por este motivo, existen niveles variables de complejidad para el diagnóstico y para el tratamiento.

¿Cuál es la causa del tronco arterial común?

El tronco arterial común es una enfermedad congénita que afecta a unos 300 bebés nacidos de cada 10.000 en Estados Unidos, según datos del CDC, aunque se sabe que no siempre hay antecedentes familiares, por lo que no solo se debe a la herencia genética.

Sin conocer la causa de algunos casos, sí tenemos claro que la malformación se produce durante el desarrollo fetal del corazón, bien por un fallo en el propio desarrollo o bien por la exposición de la madre a algún tóxico.

Tronco arterial común

Síntomas y factores de riesgo

Por supuesto, en las familias con antecedentes familiares de tronco común cardíaco, aunque no afecte a los padres, aumenta el riesgo de que los bebés presenten esta malformación en alguna de sus variantes, aunque seguimos hablando de probabilidades de transmisión bajas.

Sin embargo, algunos de los casos que se observan dentro de una misma familia, cuando no hay herencia de padres a hijos, podrían deberse a factores ambientales o al consumo de determinados alimentos tóxicos. Todavía falta mucho por conocer sobre por qué unos bebés nacen afectados y otros no.

Los síntomas suelen aparecer al cabo de una semana del nacimiento, aunque hay bebés que ya nacen con algunos de ellos, y otros a quienes no se les manifiesta hasta que han pasado unos meses y comienzan a andar o a gatear.

En general, se trata de bebés con tendencia a ponerse cianóticos o con una coloración azulada en labios y uñas, que puede llegar a extenderse por toda la superficie de la piel. En ocasiones, en lugar de tener una tonalidad cianótica, presentan un color grisáceo.

En cualquier caso, son bebés con dificultades respiratorias, por ejemplo, al llorar, tendencia a la fatiga y poco activos. Podrían pasar por ser bebés somnolientos. A medida que van creciendo, si no se han sometido a una reparación quirúrgica, irán apareciendo nuevos síntomas como los dedos en forma de palillo de tambor, a causa de la oxigenación deficiente y permanente.

¿Cómo se diagnostica?

Dependiendo de cómo se encuentren de afectadas las estructuras del corazón, podría detectarse el tronco arterial común con un ecocardiograma o necesitar de un cateterismo diagnóstico para apreciar todos los daños. No olvides que esta enfermedad del corazón puede venir acompañada de otras.

Cuando hay un componente genético claro, la enfermedad se puede detectar en las pruebas prenatales. En todo caso, hoy en día es casi imposible que pase inadvertida en las primeras revisiones con el pediatra, quien derivará al niño a la consulta con un cardiólogo.

Tratamiento

El único tratamiento que existe es la cirugía reparadora o, dependiendo del caso, el doble trasplante de corazón y pulmones para pacientes con varias malformaciones cardíacas superpuestas. La complejidad de la reparación quirúrgica depende de si el tronco arterial común es la única malformación y de cómo salen las arterias aortas y pulmonar de la cámara común y busca siempre lograr separar la sangre arterial y la venosa, para que la oxigenación de la sangre arterial que va al cuerpo sea correcta.

La tasa de supervivencia a esta cirugía viene condicionada por la complejidad de la misma, con una mortalidad media de un 6% cuando se realiza en condiciones óptimas: en niños pequeños que hayan alcanzado un peso y un tamaño del corazón determinados.

Como es evidente, desde el nacimiento hasta el momento de la cirugía, el bebé suele requerir tratamiento. En algunos casos, necesitarán medicamentos para ayudar a fortalecer el músculo cardíaco, bajar la presión arterial y ayudar al cuerpo a eliminar el líquido extra.

Si los bebés experimentan fatiga por el simple hecho de alimentarse, puede ser necesario utilizar una sonda para evitar la malnutrición y el retraso en el desarrollo.

La cirugía reparadora

Por lo general, la operación para reparar el tronco común cardíaco incluye:

  • Cerrar el agujero entre las cavidades inferiores del corazón (comunicación interventricular), comúnmente con un parche.

  • Usar el vaso sanguíneo único original para crear una nueva aorta que lleve sangre oxigenada desde el ventrículo izquierdo hacia el resto del cuerpo.

  • Usar un conducto artificial, que puede ir provisto de una válvula también artificial, para conectar el ventrículo derecho a las arterias que van hacia los pulmones, con el fin de hacerles llegar sangre desoxigenada.

La mayoría de los bebés con tronco arterial común que sobreviven a la reparación quirúrgica podrían necesitar más operaciones u otros procedimientos a medida que crecen. Son niños que, en el mejor de los casos, pasan a necesitar revisiones rutinarias con un cardiólogo de por vida, pero que antes no solían superar la pubertad o la adolescencia. Por eso es importante la intervención temprana.

El tronco arterial común es una patología cardíaca poco frecuente en la que se sabe que hay un componente genético, aunque no se descartan otras causas que afecten al desarrollo fetal. Se trata de un grupo de malformaciones con un punto común, la presencia de una sola válvula de salida del corazón en lugar de dos, lo que produce la mezcla de la sangre arterial y venosa y una oxigenación insuficiente.

Los bebés que nacen con esta enfermedad precisan de un tratamiento quirúrgico cuando alcanzan cierto peso y, en ocasiones, de cirugías correctoras posteriores. Mientras llega el momento de operar, es posible estabilizar a estos niños con fármacos o, si fuese necesaria, una sonda para asegurarles la alimentación.