Estenosis aórtica congénita

La estenosis aórtica congénita es un problema de salud que se manifiesta desde el mismo momento del nacimiento y que puede afectar más o menos a la calidad de vida de una persona en función de su grado. De ahí la importancia de contar con un buen diagnóstico y valorar la posibilidad de llevar a cabo una intervención quirúrgica.

¿Qué es la estenosis aórtica congénita

La aorta es un vaso sanguíneo que se encarga de que la sangre salga del corazón y se dirija al resto del cuerpo, después de realizar los movimientos de dilatación y contracción. Este vaso sanguíneo cuenta con una válvula (válvula aórtica) que separa la aorta en sí misma del corazón, y su misión es abrirse para que la sangre fluya hacia fuera y luego cerrarse para impedir que vuelva a entrar.

Cuando hay un caso de estenosis aórtica, lo que ocurre es que esa válvula no se abre del todo, y eso provoca que el flujo de sangre que le llega al resto del cuerpo desde el corazón sea menor de lo que debería ser.

Existen varios grados de estenósis aórtica y podemos hablar de ella en grado leve, moderada o severa. A mayor nivel de gravedad, menos se abre la válvula y menor es el flujo de sangre en el cuerpo.

La estenosis puede desarrollarse con el paso del tiempo, es entonces cuando la consideramos adquirida. Si esta anomalía en el corazón ya se presenta en el momento del nacimiento, entonces estamos ante un caso de estenosis aórtica congénita.

Causas y síntomas de la estenosis aórtica congénita

Cuando es congénita, la anomalía se produce por un inadecuado desarrollo de la válvula aórtica, algo que ocurre en las ocho primeras semanas de gestación. Se sabe que algunos defectos cardiacos congénitos pueden tener una explicación genética, como una anomalía cromosómica que provoca que en una determinada familia los problemas cardiacos sean algo habitual. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la estenosis aórtica congénita se produce por casualidad, no hay causa que la justifique.

Los casos leves y moderados pueden no dar la cara en las primeras etapas de vida del niño, pero los síntomas se irán haciendo patentes a medida que se avance en el crecimiento. Aunque pueden variar de un paciente a otro, los más comunes son: fatiga ante la realización de esfuerzos no demasiado grandes, dificultad para respirar, mareos al llevar a cabo un esfuerzo, dolor de pecho, latidos irregulares o palpitaciones.

Dado que son síntomas que pueden darse también en otros trastornos médicos, como en la estenosis pulmonar, lo conveniente es consultar cuanto antes con el especialista. En el caso de los niños más pequeños, síntomas como la imposibilidad de aumentar de peso, o una alimentación deficiente, también pueden estar asociados con esta patología.

Diagnóstico

Hay supuestos en los que el niño no muestra síntomas de esta afección, pero el pediatra detecta un soplo cardíaco durante una de las revisiones. En este caso, lo que hace es remitir al niño al cardiólogo pediátrico para su valoración.

El primer examen que lleva a cabo el especialista es un examen físico del niño y una escucha tanto de su corazón como de sus pulmones. La ubicación del soplo dentro del tórax le indica al especialista dónde puede estar el problema. Lo habitual es completar la exploración física con otras pruebas como:

  • Radiografía de tórax.

  • Electrocardiograma.

  • Ecocardiograma.

  • Electrocardiograma de esfuerzo.

  • IRM cardiaco.

  • Cateterismo cardíaco.

  • Los bebés pueden presentar cansancio al comer y poca energía. Son bebés propensos a sufrir infecciones respiratorias, que pueden retrasar el diagnóstico si no se solicita al menos un ecocardiograma y creemos que su poca tolerancia al esfuerzo físico es consecuencia de las infecciones del aparato respiratorio y no del corazón.

  • Los niños con comunicación interauricular continúan con esa escasa resistencia al ejercicio físico, presentando disnea o fatiga antes que sus compañeros. En ocasiones, estos niños pueden tener una estatura un poco inferior a la media y cierta tendencia a la ganancia de peso. Salvo en casos en los que coexistan varias cardiopatías importantes, los niños con soplo de comunicación interauricular, no llegarán a presentar cianosis durante esos episodios de fatiga y malestar como respuesta a un esfuerzo físico o a un sobresalto.

¿Cuándo hay que operar una estenosis aórtica?

Si los síntomas no son graves, lo habitual es tratar esta anomalía con medicación para los síntomas de la insuficiencia cardiaca o los ritmos cardíacos anormales, y también se controla la presión arterial.

Además, se suelen establecer unas pautas para que el funcionamiento del corazón sea el mejor posible. Por ejemplo, que el niño lleve una alimentación sana, para evitar que pueda desarrollar colesterol, o que practique ejercicio de forma moderada. Lo que se suele desaconsejar son los deportes que requieren un gran esfuerzo.

Por lo demás, el niño es sometido a controles médicos habituales para ver cómo va evolucionando, por si en algún momento se hace necesaria la intervención.

Por regla general, los casos que se operan son solo los más severos. En la actualidad, este tipo de cirugías son cada vez menos invasivas, los cortes practicados en el pecho no suelen superar los 5 o 7 centímetros y, si se cuenta con la asistencia de un robot, basta con entre dos y cuatro pequeños cortes para acceder a la zona a intervenir.

La intervención será diferente en función del grado de la estenosis y del problema detectado. En algunos casos, basta con introducir un balón desinflado e inflarlo en la válvula angosta para estirar los tejidos.

En otros, lo que se hace es una valvulotomía para limpiar posibles adherencias que estén impidiendo la apertura de la válvula. En los casos más graves, se puede optar por el reemplazo de la válvula aórtica por una nueva de origen biológico o mecánica.

Posoperatorio y recuperación

Durante el posoperatorio el niño pasará un tiempo en la unidad de cuidados intensivos, donde permanecerá monitorizado de manera continuada y conectado a dispositivos como una vía arterial o una sonda nasogástrica.

La recuperación suele ser rápida, y en unas semanas los niños recuperan su nivel de actividad previo a la intervención, así como el apetito, y su crecimiento no debería verse afectado. En función de la operación llevada a cabo, el paciente tendrá que tomar medicación un tiempo, o incluso puede que toda su vida, pero podrá llevar una vida sana y totalmente normal.

estenosis aórtica congénita

La estenosis aórtica congénita es un problema que los pediatras y los cardiólogos pediátricos están acostumbrados a ver, así que su detección no suele ser complicada. En cuanto a su tratamiento, los avances médicos permiten que, incluso si hay que operar, la recuperación sea rápida y el niño pueda hacer su vida normal en muy poco tiempo.